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No soy un dog lover

 

Por Germán Lora

Desde muy niño siempre tuve mascotas, principalmente perros, pero pasando por pollitos canjeados con los ropavejeros o loros que aparecían en la casa.  Mis padres – considero con algo de razón – decían que ello podría ayudarnos a crecer con ciertos valores importantes para la vida, como la responsabilidad y el cariño.

Tengo muy fresco el recuerdo cuando compramos a nuestro primer perro al cual le pusimos “Caramelo”. Mi padre nos llevó un criadero de la carretera central y el dueño de este nos sacó unos 4 perritos pekineses para que escogiéramos. Escogimos al que mas se nos pegó y lo separamos para que a la semana siguiente cumpliéramos con pagar – de nuestra propina semanal – el 50% restante del valor de nuestra primera mascota, y así poder llevárnoslo a casa. Yo tendría 10 años.

Así pasaron muchas más, “Motta”, “Tonto”, “Ramona” y “Pinocchio”. Pero todos ellos fueron mascotas de la familia y no solamente mía.

Después de muchos años, en el 2017, decido traerme de Colombia a “Drako”, una Alaska Malamute que a los 2 meses parecía un peluche a pilas y con una lengua que se caía hasta el piso, nos vinimos juntos desde Bogotá en un vuelo de Avianca. Era mi primera mascota cuya responsabilidad era exclusivamente mía.  Pero había que asumir ese exigente, pero hermoso reto.

Mi “Drako” se comió desde las paredes hasta las puertas de mi departamento, pasando por sacos y corbatas.  Un día cometí el error de dejar mi billetera en el lugar donde él dormía, y al día siguiente tenía sus dientes clavados en las tarjetas bancarias, en mi DNI y mi brevete.  Al día siguiente me compré una nueva billetera y la volví a dejar en el mismo lugar. Ya adivinarán que ocurrió.

Pero como todo pasa, y un poco más calmo, “Drako” hoy es mi compañero incondicional, para conmigo (debajo de la mesa de trabajo) en estas circunstancias del trabajo remoto, me genera los momentos de distracción necesarios y, a veces, los momentos de preocupación cuando no come o le molesta algo, pues tengo miedo de que sufra.  Es mi compañero y no es que me considere un “dog lover”, sino solamente una persona que siente conexión con su mascota.

Ahora, también de Colombia, le he traído a una compañera de nombre “Hanna”, cuya historia se va ir escribiendo con el tiempo pues solo tiene 6 meses, y que espero que mas adelante se la pueda también contar.

Soy de la opinión que es muy importante que, en cualquier etapa de nuestras vidas, podamos tener la oportunidad de disfrutar de una mascota, con todo lo que ello representa.

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6 comentarios en “No soy un dog lover”

  1. Alicia Doyharzabal

    Muy lindo lo que escribiste. Amo a los perros, en realidad, a casi todos los animales, pero los perros son mis predilectos!

  2. Maricarmen Valverde

    Germán:
    Tu siempre estuviste al lado de mascotas, yo nunca las tuve y un par de veces fui mordida por perros y crecí con miedo a los perros. Recién en el 2016 tuve a Máuser (pastor alemán) y en el 2018 a Nala (Golden retriever) y compartir la vida con ellos es una experiencia maravillosa que ojalá todos pudieran tener.
    Tu artículo me hizo pensar en lo que esas mascotas significan en mi vida.

  3. Dr. Lora, espero que se encuentre bien así como su familia (incluyo a Drako y Hanna) las mascotas nos dan mucha sensibilidad, empatía y sobre todo amor, así que ud. No es un dog lover, sino una persona con sentimientos y sabe transmitir a las personas que debemos ser sensibles y empaticos con los demás. Felicidades con sus mascotas.

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