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Un café con aroma de recuerdo


Por Stefany Lozano Requelme

Esta noche, suena en mi lista de reproducción de Spotify una canción que, junto a una aromática taza de café, me invitan a cerrar los ojos y a pensar en mi hogar, ello me transporta a la tierra que más me ha gustado descubrir, la heroica ciudad de Tacna, como si los acordes de una canción tuvieran la magia de llevarte físicamente al lugar que deseas.

Cada nota musical me hizo pensar en mi familia y se dibuja una sonrisa en mi rostro, despejo mi mente unos segundos y siento respirar ese sentimiento de patriotismo característico de mi ciudad sureña, el mismo que me recuerda que en el corazón de un hermoso hogar de dos matemáticos puros nací en una tierra extraña para mis padres, pero será esa tierra la que se convierta en mi primera patria.

Nací, crecí y viví en la ciudad de Tacna durante toda mi formación previa a la universidad y esa primera parte de mi vida ha estado cargada de sentimientos y recuerdos familiares, ¡Dios me ha regalado un hogar amoroso y muy divertido!

Cuando los rayos de sol iluminan muy temprano a Tacna, es momento de despertarse y a la misma hora, todas las mañanas, mi papá espera a que salga de mi dormitorio y él sale de su estudio (porque se despertó mucho antes para leer alguna historia de Albert Einstein) para nuestro clásico e infaltable ensayo del vals, con un tarareo nada afinado pero que sale desde el corazón; dicho sea de paso, bailamos ese vals muy a nuestro estilo en mi fiesta de quince años, vaya ¡qué paciencia!, es de los ensayos más persistentes pero divertidos en esta vida.

En el desayuno en casa, nunca falta el informativo en la radio local, pero a pesar de las noticias, ese momento del día se ilumina siempre, ¡mi mamá es energía pura! ¡ve el lado positivo de cada situación! Su buena vibra es transformacional realmente, y con solo sentir esa energía en el comedor, nos recarga a mi papá, mi hermanito y a mí.

Abro los ojos después del primer sorbo de café, noto que estoy a cientos de kilómetros de casa y me encuentro en esta hermosa tierra limeña, que me ha acogido con mucho cariño y con los brazos abiertos, es una ciudad con la energía de millones de sueños que se hacen realidad, es una ciudad retante, que te invita competir y crecer, que mira de frente al mar con ese garbo limeño propio que la caracteriza, que tiene atardeceres bellísimos con colores lilas, de mis favoritos.

Me vuelvo a acercar a la taza de café, esa taza con la que este relato comenzó y antes de contarles mi siguiente recuerdo, espero queridos lectores, que ustedes puedan también tomarse un café con aroma a recuerdo y sabor a felicidad. ¡Un abrazo!

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