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Una escarapela y el valor de las pequeñas cosas

Por Diego Palacios
Asociado Senior

A inicios del mes de julio recibí una comunicación del colegio de mi hijo donde nos solicitaban mandarlo a clases con una escarapela durante el mes patrio. Luego de ello, se han presentado actuaciones, marchas, degustación de platos típicos, acercamientos a la cultura inca y un sinfín de actividades vinculadas a las Fiestas Patrias. Sin duda, ha sido un mes muy enriquecedor para mi hijo, que tiene 3 años, respecto a lo que significa ser peruano.

Pero no solo ha sido provechoso para él. A través de sus comentarios respecto a lo que hacían en clases, he podido nuevamente valorar y tener conciencia de lo importante que es tener una identidad nacional, así como un pleno conocimiento de lo que nos une como peruanos. Así seamos de Tumbes o de Tacna, de Iquitos o de Puno, somos parte de un mismo país y debemos actuar como tal.

¿Eso significa que una persona de Cajamarca tiene las mismas costumbres que una de Moquegua? No, o no necesariamente. Pero creo que es esa variedad la que nos enriquece, y es algo que muchas veces no nos damos cuenta o que vemos como un problema, cuando en realidad es la solución.

Considero que el reconocimiento de nuestra diversidad geográfica y cultural, con el consecuente respeto y empatía hacia el otro deben ser la base para crear una sociedad más justa y equitativa. Para esto necesitamos de instituciones estatales fuertes, que nos brinden la seguridad necesaria para poder vivir libres en sociedad y tener los incentivos suficientes para llevar a cabo nuestros emprendimientos. Pero no es solo labor del Estado: también necesitamos ciudadanos con valores, empoderados de sentimiento patriota y de amor por el país.  Estamos ante un tándem imprescindible para efectos de poder vivir mejor como peruanos.

El orgullo que nos da nuestra gastronomía o nuestros logros deportivos no deben quedar como un fin en si mismo, sino como un instrumento para buscar esa comunión necesaria entre los peruanos de distintas latitudes. Tenemos que transpolar las emociones que nos dan esas actividades a nuestro día a día.

¿Cómo empezar? Cuando ingresé a la universidad allá por el año 2007 recuerdo que habían iniciado una campaña denominada “la revolución de las pequeñas cosas”. Si bien esa campaña no tenía vinculación directa con la búsqueda de una identidad nacional, me parece que saber valorar los pequeños detalles es el mejor camino para lograr ser mejores ciudadanos. Acciones como no pasarte el rojo del semáforo, dar preferencia al peatón, no botar basura en la calle, no intentar sobornar al policía, ser agradecido o cuidar la naturaleza son esenciales para una vida placentera en sociedad. Solo así lograremos ser mejores ciudadanos y peruanos.

Es cierto que no estamos viviendo nuestro mejor momento político y económico, pero también es cierto que los pequeños cambios dependen de nosotros mismos y de nadie más. Somos libres, seámoslo siempre.[:]

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