Por Frank Farro
Durante toda la etapa que estuve en el Colegio, mi curso favorito era Arte, específicamente, dibujo. De hecho, recuerdo que un par de años este curso se dictaba en mi Colegio los viernes y lo primero que hacía al llegar a casa era terminar la tarea que habíamos empezado durante el día. Así de emocionado llegaba a mi casa, el dibujo era como un juguete nuevo para mí.
Cuando estaba en primaria, siempre me daba un espacio para dibujar en mis cuadernos, blocks de notas o algún papel que encontrara. Creaba minihistorietas, parecidas a las de la serie animada Dragon Ball, en las cuales me permitía usar los mismos personajes, modificarlos, crear nuevos personajes y variar un poco la historia que veía en la tele todos los días.
Esta facilidad que tenía de dibujar hizo que en grupos de estudio (como en la Pre de la Católica) o en grupos de trabajo, me pidieran elaborar personajes o caricaturas de las personas que conformaban dicho grupo, a lo que yo aceptaba muy contento. Lo sentía como un reto a alcanzar a partir de hacer algo que me gustaba mucho y que no había llevado ningún curso para afinar dicha habilidad, y también me servía para poder crear formas y figuras a partir de personas reales, era – y es – muy divertido para mí.
De hecho, por muchos años estuvo presente la idea de ingresar a cursos para poder especializarme o simplemente darle práctica al dibujo, pero creo que el miedo a sentir que no podría dibujar como antes hizo que pospusiera por tanto tiempo esta práctica. Así que recién este año, 2022, me animé a llevar un curso de dibujo, el cual me ha traído muchos recuerdos y la pregunta de ¿porqué no hice esto antes?
Más allá de la importancia que tiene el encontrar pasatiempos o formas de relajarse, recién entiendo la verdadera importancia de no desconectarse de ese otro lado que todos tenemos, ese lado que te puede hacer más sensible, más inventivo, y que incluso te reconecta con esas pasiones o intereses que uno de niño – sin las tareas habituales de los adultos – las sentía como muy “normales”.
Al final, creo que todo este tiempo sin haber profundizado en esta habilidad me permite, ahora, ser mucho más curioso e interesado en las técnicas y temas que voy aprendiendo, así como mucho más responsable de cada tarea (me puedo quedar todo un sábado terminando una tarea sin problemas). Creo que no ha sido en vano el tiempo que ha transcurrido sin haber entrado a algún curso a dibujar, ya que, en esta etapa, con más experiencia, conocimientos, e incluso más dudas y preguntas, puedo disfrutar de este lado muy humano que me sigue generando mucho interés.